jueves, 23 de septiembre de 2010

Mar: ¿Cómo sabés cuando un amor es real?
Thiago: Simplemente lo sabés.
Mar: Yo siento que se me acelera el corazón, que mi sangre se enloquece ¿Cómo se frena esta locura?
Thiago: No, no lo frenás. Simplemente dejás que ocurra.
Mar: Hay que terminar con esta locura.
Thiago: No se puede, porque el amor es revolución.
La revolución es como el amor, a veces tarda en llegar, pero cuando llega no se puede frenar.
Ustedes viven en una burbuja, una vida de película, sin saber que en las sombras por debajo hay otra vida, latiendo.
Te da miedo la palabra revolución, porque te suena a algo que va a cambiar tu vida por completo. Pero en este caso revolución significa que todo vuelva a ser como debe ser.
La revolución como el amor pone tu vida patas para arriba, te cambia, te hace vibrar.
La revolución y el amor se parecen, los dos son una necesidad, te arrasan y te hacen sentir vivo, otra vez. Porque el amor es una gran revolución creativa.
Una revolución es algo que de un momento al otro invierte el orden de las cosas.
La revolución es una necesidad profunda de revertir una injusticia.
Hay muchas revoluciones, pero ninguna moviliza tanto como la revolución del amor.
La revolución del amor se siente en la piel, en el sudor, en la respiración, va de adentro hacia afuera, irrefrenable, imbatible.
El amor es una revolución contra la tiranía de la soledad. El amor es liberación. Es la bandera roja que se eleva flameando en una calle gris.
Revolución, revelación, suenan parecido porque significan lo mismo.
El amor puede crear un lenguaje nuevo entre dos personas que hablan diferente idioma.
Cuando el amor es revolución solo queda rendirse, no hay cárcel capaz de encerrarlo. Debemos aceptar que estamos rodeados y que nada va a poder detenerlo.
Una vez que llegó la revolución del amor ya nada será lo mismo.
Empecé este viaje con una valija, recortes de diarios y una vieja Esperanza que me hablaba de una misión que yo iba a descubrir viajando en el tiempo. Cumplí mi misión, soy otra, soy lo que quiero, y aprendí a luchar por eso.
Hoy sigo mi viaje sabiendo tres cosas: No hay tiempo, no todo es lo que parece, y que el amor es la más creativa de todas todas las revoluciones.

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